lunes, 8 de octubre de 2012

La otra cara de la moneda. Los trabajadores de entidades financieras.


Seguramente más de uno habrá visto en 20 minutos el artículo sobre las quejas de los trabajadores del sector financiero. Y es que llevan tiempo denunciando que ellos no tienen la culpa, y también se consideran víctimas.

 


El ser humano a veces es así de ruin. Si encuentra a alguien contra quién dirigir su ira, lo hará sin reflexionar.

¿Tienen los Trabajadores de las sucursales la culpa de lo que está pasando y de los timos sufridos por los clientes?
Yo no estoy muy de acuerdo en culparlos.

Ya he dicho lo que pienso muchas veces en mi blog ahorro ygasto  los comerciales no son de fiar. Pero no porque tengan oscuras intenciones, simplemente porque no es su dinero.

Me recuerda al caso de las preferentes. Hay los clientes claramente estafados y aparte los aprovechados que sabiendo que aquello no olía bien desoyeron las recomendaciones y luego se unieron a las quejas. Igual que en el caso de Nuevo Rumasa. Con los trabajadores del sector financiero pasa lo mismo, los hay claramente culpables, o por conocimiento del engaño, o por autentica incompetencia.

Ahora lo difícil será distinguir.

Tenemos un problema, y es en el conjunto de la población donde está. Los clientes se han preocupado muy poco desde hace tiempo, y los comerciales han sido demasiado confiados con el estado real del país. Se ha tenido siempre en el comercial una gran fe como experto, pero con el auge y la extensión territorial de las cajas y bancos (la expresión “crecían como setas” es exacta), el nivel de muchos de los trabajadores o comerciales, dejaba mucho que desear. Nunca encontré uno que digiera esto no lo sé, espérate que lo consulte.
¿A quien culpamos? si te atiende un trabajador que no sabe lo que es el MIDI, o no tiene muy claras las consecuencias de un impago en el caso de los bonos patrióticos. O aquel director de una Bancaja que aseguraba que Bankia daría dividendos porque era una exigencia de sus principales accionistas y se lo creía de verdad. O la gran cantidad de los que no sabían que eran las preferentes.

No sé cómo se puede articular la necesidad de que los comerciales tengan una formación acorde a los clientes que recibe, y si no la tiene pues solo se dedica a operaciones básicas en ventanilla que se derive a otro. Si esto se hace y aun así ocurren, como han ocurrido, casos de clientes engañados, es que hay malas intenciones, que las ha habido. Así, lo que habría que regular, es hasta qué punto un comercial tiene la capacidad de vender cierto producto, aparte de mirar que capacidad tiene cierto cliente de contratarlo. Porque también esa es otra, que un cliente pueda saltarse la recomendación de no invertir en algo que no se ajusta a su perfil.

Y a todo esto, a los auténticos responsables de diseñar productos como las preferentes, o de regularlas en el mercado, no les veo yo preocuparse demasiado. De mientras, seguimos dirigiendo nuestra ira hacia aquel que nos atiende que quizás no sabe exactamente qué queremos, y no quiere reconocer que quizás no esté capacitado para atendernos.

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